Monday, May 4, 2009

Las mejores hallacas las hacen mis mamás

A pesar de que no creo que existe un poder que ande por allí canalizando indulgencias por medio de la gente, le tengo un gran respeto al acto de pedir la bendición. Es un intercambio de palabras que denota un cariño y afecto que usualmente sólo tiene lugar en lazos cercanos de consanguinidad. He sido afortunado por haberme ganado (casi que sin merecerlo) este privilegio por dos personas que han venido a sobrellevar el vacío de no poderle pedir la bendición a aquella que me parió (por que la palabra correcta es parir).

Cómo saber si alguien te ha dado ese privilegio? Mi formula es fácil, pero primero la historia.

La Señora Bony


En Julio 2004 viajé para realizar unos papeleos en Caracas. Iba a empezar (o mejor dicho continuar) la universidad y pasé un mes en los trámites. Entre otras cosas, visité a mi papá en Casalta y me quedé unos días con el. Antes de hacerlo lo llamé y por casualidad estaba con la señora Bony. La Señora Bony es una morena imponente con una voz de mando que asustaría a cualquier general, una chispa que ya muchas mujeres quisieran tener y un candor sin igual. Además es la mamá de mi mejor amigo de primaria y gran parte de la secundaria que por cosas del destino no nos hemos mantenido en contacto, pero que lo considero mi hermano. Al hablar con ella por teléfono me dijo: "mira mi amor, y que quieres comer?" Sin vacilar le contesté: hallacas! Ella contestó: "pero vienes muérgano".
El próximo viernes estaba en su casa comiéndome la tercera hallaca con una cerveza y esperando una bolsa con 8 más que me regaló para llevar. Ella misma había hecho todo, en pleno Julio para que yo pudiera comer hallacas cinco meses antes de navidad. Su risa, la música, y las hallacas me adelantaron ese diciembre.

La Señora María

En abril del 2008 viajé nuevamente. Esta vez para realizar algo relacionado con mis estudios (si después de cuatro años seguía estudiando). En una ocasión hablando con la mamá de mi compadre (quien es mi mejor amigo de la secundaria y universidad, el otro hermano que tengo que en su momento despotricaré de el), la Señora María me preguntó: "Y mijo, qué le gustaría comer". La señora María es una mujer de pelo oscuro, con sangre de las islas, y con un corazón que es común en la mayoría de madres: quiere demasiado. Y además con una sazón, que hasta grama seca debe ser sabrosa cocinada por ella. Así que sin titubeo dije: hallacas! La Señora María simplemente me dijo: "Voy a comprar todo lo que necesito y vienes en la semana y te las comes".
En la semana estaba allí. La Señora María sentada en la pequeña mesa de la cocina viéndome comer hallacas con esos ojos de mamá, preguntándome si quería más y ofreciéndome además postre (que el que no haya probado sus postres en realidad no sabe mucho acerca de dulces).

Así que la regla es sencilla. Toda aquella persona que te prepare una hallaca fuera de temporada te ha dado además el privilegio de poder pedirle la bendición.

Y como ya dije antes, las mejores hallacas las hacen mis mamás. Bendición