Cuando cumplí 8 años mi mamá me regaló una franela que decía: "Muérete que chao!" Era una frase que se usaba para entonces, y creo que ella quería estar "a la moda". Tengo que confesar que en realidad no me gustó mucho el regalo. Creo que eso de regalarle ropa a un niño como que siempre ha sido de mal gusto. Ella me dió la franela en la tarde. Después de regresar del colegio. En la mañana me felicitó, justo antes de salir de la casa. Como siempre que era mi día.
En otro cumpleaños, creo que fué el décimo. Me regalo un radio con forma de pelota de futbol. Yo no escuchaba radio. Pero la forma curiosa de este, me gustó mucho. Por supuesto que una vez que se le agotaron las pilas, sólo sirvió para ser destrozado. En mi afán de destripar aparatos.
También recuerdo las ametralladoras que me regaló en dos cumpleaños consecutivos (el mismo modelo). Que tenía una bala que parecia moverse en una ventana en el medio del arma. Ambas terminaron despedazadas, pero jamás me revelaron como hacía el fulano mecanismo para dar la sensación de movimiento.
Ya no recuerdo más regalos. Creo que porque llegó un momento en que me daba dinero (un billete de veinte bolívares de los verdes), para que yo comprara lo que quisiera.
Para este cumpleaños voy a empezar una tradición, me voy a regalar una franela que diga exactamente lo que decía la que ella me dió hace 26 años. Y seguro que algún conocido (ya entrado en años) me va a preguntar que de donde la saqué. Sólo le diré que me la regaló mi mamá de cumpleaños, y ya.
Muérete que Chao!
Saturday, October 17, 2009
Thursday, October 15, 2009
Caribú
El uniforme de la primaria era clásico: jean azul y camisa blanca. La camisa blanca tenía un bolsillo al que se le debía colocar la insignia del colegio. Primero fue una insignia plástica que se abrochaba con una pinza tipo caimán. Luego aparecerían las insignias bordadas que se cosían al bolsillo.
En mi caso el blue jean por excelencia era Colombiano, marca Caribú.
Cuando iba con mi mamá a comprar el jean para el uniforme era un fastidio para mí. Tenía que probarme y medirme como diez pantalones antes de terminar comprando sólo un jean. La cosa era que tenía que seguir usando el pantalón del año pasado y en algunos casos del antepasado.
Debo aclarar que los jeans Caribú parecían estar hechos de un material mágico que parecía jamás romperse, sólo se decoloraba. Así que como yo nunca engordaba (y tampoco era que crecía mucho), mi mamá lo que hacía era "bajarle el ruedo" al pantalón y listo. Ya me servía para el nuevo grado.Entonces los pantalones usados eran para el día a día, y el nuevo era para usarlo en ocasiones especiales (izar la bandera, presentaciones, paseos y demás). Claro que había que "amansar" los pantalones nuevos. Porque el algodón que usaban para hacerlos tenía complejo de cartón piedra. Así que las primeras veces que los usabas eran bastante incómodos.
El resto del tiempo yo andaba vestido por allí con unos pantalones de otros años que tenían unos aros blancos cerca de la bota. Cómo si yo fuera un árbol, cada aro significaba un año. Para el ojo observador era fácil decir que tan viejos era los pantalones que estaba yo usando. Lo bueno era que nunca los pantalones pasaban de tres aros. Y lo mejor de todo era que era difícil encontrar un niño sin aros en las botas, así que nadie lo notaba.
En mi caso el blue jean por excelencia era Colombiano, marca Caribú.
Cuando iba con mi mamá a comprar el jean para el uniforme era un fastidio para mí. Tenía que probarme y medirme como diez pantalones antes de terminar comprando sólo un jean. La cosa era que tenía que seguir usando el pantalón del año pasado y en algunos casos del antepasado.
Debo aclarar que los jeans Caribú parecían estar hechos de un material mágico que parecía jamás romperse, sólo se decoloraba. Así que como yo nunca engordaba (y tampoco era que crecía mucho), mi mamá lo que hacía era "bajarle el ruedo" al pantalón y listo. Ya me servía para el nuevo grado.Entonces los pantalones usados eran para el día a día, y el nuevo era para usarlo en ocasiones especiales (izar la bandera, presentaciones, paseos y demás). Claro que había que "amansar" los pantalones nuevos. Porque el algodón que usaban para hacerlos tenía complejo de cartón piedra. Así que las primeras veces que los usabas eran bastante incómodos.
El resto del tiempo yo andaba vestido por allí con unos pantalones de otros años que tenían unos aros blancos cerca de la bota. Cómo si yo fuera un árbol, cada aro significaba un año. Para el ojo observador era fácil decir que tan viejos era los pantalones que estaba yo usando. Lo bueno era que nunca los pantalones pasaban de tres aros. Y lo mejor de todo era que era difícil encontrar un niño sin aros en las botas, así que nadie lo notaba.
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