Thursday, August 24, 2017

Las madres infinitas

El poeta Andres Eloy Blanco escribió una pieza titulada "Los hijos infinitos". Uno de los versos dice así:

Cuando se tiene un hijo, se tienen tantos niños 
 que la calle se llena 
 y la plaza y el puente 
 y el mercado y la iglesia 
 y es nuestro cualquier niño cuando cruza la calle 
 y el coche lo atropella 
 y cuando se asoma al balcón 
 y cuando se arrima a la alberca; 
 y cuando un niño grita, no sabemos 
 si lo nuestro es el grito o es el niño, 
 y si le sangran y se queja, 
 por el momento no sabríamos 
 si el ¡ay! es suyo o si la sangre es nuestra.

Me voy a tomar la libertad de robar su idea. Por que viéndolo bien, las mamás también son infinitas.

Cuando se tiene una madre, se tienen todas las madres;
la madre que todavía no duerme esperando el parto
y la que no lo hace por dar de mamar.
La madre que se preocupa por que la ropa combine,
y la que no sabe que va  a cocinar.
Esa mamá que reprende para que tu aprendas,
y la que nunca te encuentra nada mal.
La madre que te defiende hasta de los curas,
y la que te sabe consentir.
La que prepara el hígado como te gusta,
y la madre que llora al verte triste.
Cuando se tiene una madre, te duelen todas las madres;
te duele cuando alguna sufre
y cuando los hijos no la saben cuidar.
Y quisieras que entendieran,
lo que es ya no tener a quien llamar mamá.
Es que cada vez que una madre se vá,
te recuerda lo que duele si la tuya no está.
Cuando se tiene una madre, se tienen todas las madres;
y al ver cualquier madre sonriendo,
te puedes dar cuenta que algo de tu madre allí está.
Que al final de cuentas,
el verdadero milagro no es que haya vida,
sino que haya mamás.

Para otra de mis mamás.