Monday, February 15, 2021

El Menú

 No sabía para qué servía el horno de la cocina. Mi mamá no lo usaba. La puerta sólo se abría para guardar ollas y para sacarlas. De pequeño me parecía bastante práctico tener todas las cacerolas a la mano. Aunque a veces mi mamá horneaba plátanos que servía con queso y tenía que sacar todas las ollas. Y todos los peroles quedaban esparcidos en el suelo de la cocina. Pero mi mamá no horneaba tortas, galletas, ni pastichos, ni nada de lo que las otras mamás hacian en sus hornos. Lo de mi mamá era picar ají dulce, cebolla, y ajo. Hacer un sofrito que al final terminaba sirviendo para todo eso rico que ella cocinaba. De esas cosas que aparecia magía. Esa señora siempre picaba los mismos ingredientes y al final cocinaba distintas cosas. Era como si los ingredientes fueran un lego de comida, y ella usando las mismas piezas podía hacer una sopa de pollo o una carne mechada. Despues de viejo, yo  aprendí a usar el horno. Y horneo pan, y hasta el de jamón también (que ya mi hijo sabe preparar). Pero no heredé su alquímia de cocinar de todo con pocos ingredientes. Yo debo hecharle una infinidad de ingredientes a un guiso y gastarme una mañana para que sepa remotamente como cualquier cosa que mi mamá podía montar en media hora. De todas maneras, a veces me sale bien y pasa que algo de sus sabores se dejan colar en mi comida. El plato me sabe "casero".  Casero significa que sabe como si Imelda hubiése cortado los vegetales en la mano (cosa que tampoco sé como hacer) y al echarlos en la olla algo de su cariño se mezcló con lo que se cocinaba. Sirvo esa comida orgulloso. Poque ese cariño que ella me daba en su arroz con tajadas y carne no se acabó cuando ella se fue, sino que ahora se sirve en otro menú.