Thursday, August 25, 2011

Compulados

Los loros de la tía Oliva veían televisión toda la tarde. Ella ponía a cada uno (por que eran dos) en una silla en frente del aparato, para que aprendieran palabras. Pero lo único que yo les escuchaba decir era "eres tú el tesoooorooo de mamaaaaá". Lo cual resulta curioso, porque nunca escuché esa canción en la televisión.
Los loros también repetían lo que escuchaban por la reja: ¡Un helado de Coco, Señora Oliva! Porque mi tía vendía helados. Y los de Coco y Limón eran su especialidad. Así que todo el mundo en Turmero conocía sus refrescantes helados.
Ella, y mi tío Ramón eran los heladeros oficiales de la cuadra. Y ciertamente se merecían respeto, por que nunca he visto en otro lugar que vendan helados de mamón (si tienes idea de la fruta a la que me refiero -Melicocca bijuga- sabes que es casi imposible hacer jugo de esa semilla). Pero los tíos eran millonarios en paciencia, y podían hacer helados de casi cualquier cosa.
Mi hermana y yo queríamos una computadora. Ya estábamos cansados de usar Tipex (el de papelito o el de brochita) en la máquina de escribir para enmendar reportes de laboratorio o cualquier otro trabajo. Por esos días, la 486 era el top de la línea. Pero nuestro papá no podía pagar algo como eso (incluyendo el monitor VGA y la impresora EPSON LX810). Así que la tía Oliva, con sus helados y sus loros nos ayudó.
No recuerdo cuanto nos dió, pero fue suficiente para la computadora. Así que desde entonces, cualquier computadora me sabe como a Coco (o si la cosa esta muy peluda, a mamón).

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