Contaba mi papá que cuando el iba para la escuela no le daban mucho de merienda. La tía que lo crió carecía de recursos y a duras penas podía mandarlo descalzo a esa escuela rural. Así que mi papá tuvo que buscar formas de hacerse de su comida en la escuela. El notó que muchos niños olvidaban sus lápices y que se metían en problema por ello. Entonces, mi papá comenzó a recoger "tucos" de lápices (lápices usados que botaban otros niños). Y cuando un niño no tenía lápiz, el le deba un "tuco" a cambio de un pedazo de arepa o pan.
Todo esto lo contaba mi papá mientras se detenía en la mitad de la calle conmigo, para recoger un "tuco". El decía que estaba agradecido por esos pedazos de lápices que en su momento le dieron de comer. A mi me quedó lo de recoger lápices también.
Hoy recogí uno. Iba a una clase como profesor, a enseñar en otro idioma, no iba descalzo, y tampoco me preocupaba por lo que iba a comer luego. Guardé el "tuco" en mi bolso, como un acto de agradecimiento; y sonreí pensando que mi papá (a pesar de lo loco que siempre ha estado) lo hizo bien.
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